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Mostrando entradas de febrero, 2014
y cuando te pregunten quién sos no vas a saber responder y lo pensás si vos en realidad sos un no entendí y una risa ronca si vos sos huesos y piel y un par de ojos mal pintados si vos sos la eterna gula y el nudo en la garganta de una noche en la que te dejaron plantada si vos sos un paquete de cigarros y las ganas de dormir todo el día si vos sos todo eso y todo eso es tanto y tan poco
soy consciente de lo poco que dura todo de que aquel cuerpo cuyo brazo roza el mío es tuyo de que estamos acostados en esta cama desde hace nueve canciones de que yo podría no estar y sería lo mismo soy consciente de las palabras que no son tuyas que no son mías que son de todos y a la vez de nadie soy consciente de lo efímero de cómo lamentás otra ausencia de cómo con un beso intentamos enmascarar una verdad inminente y de cómo somos la mentira más dulce y soy consciente de que aún creyéndola (creyéndonos) yo podría no estar y sería lo mismo
Quisiera poder guardarte en una cajita en donde tengo collares, cartas y piedritas atesorarte como a esos recuerdos de veredas vacías a la hora de la siesta y de besos que robábamos cuando jugábamos a las escondidas sacarte de ahí y mirarte un rato largo; cuidarte de que nunca tropieces y te raspes las rodillas recordar cada momento que pasé junto a vos y ordenarlo por fecha por estación y por sonrisas voy a guardarte en una cajita en la que ya no van a entrar ni collares ni cartas ni piedritas.
La mirada que se advierte incluso a través de unos párpados cerrados y llenos de venitas violáceas, que resaltan aún más al rayo del sol. La felicidad, que danza y se esconde en la comisura de tus labios. Dudas que se filtran en un suspiro a destiempo y se deshacen en un beso. Y nosotros nos sentimos enteros, inexplicablemente complementarios y el amor nos deja un nudo en la garganta de miedo placentero.