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Mostrando entradas de 2015
te necesito lo tengo que aceptar no quiero ser tu karma o tu carga o lo que te ate a la cama pensando en cosas que quizás sólo pensás inmersa en mis más profundos deseos o mi imaginar pero es real (siempre lo fue) y creo que nunca más será igual volvé que a veces me detengo y me siento tan sola y no es egoísmo te lo puedo jurar hay una puerta o ventana o tragaluz que nunca pude o tal vez nunca quise cerrar irresponsable de mis actos me gustaría que la opción de cerrarlos vos formara parte de tu libertad
hermana, tengo que contarte anoche tuve un sueño con vos trazabas unas letras en un cuadro que era mío con un crayón marrón hermana preciosa amiga multicolor desperté tan angustiada una hora antes de que sonara el reloj rutinario y otra vez vestirme, poner el agua al fuego dejar la cara del sueño porque el living de las seis y treinta ya está inundado por el sol hermana mía te juro que lloro reclamo te pido perdón y en mi sueño vos me mirabas otra vez tan lejos vestías esos ojos claros que te distinguirán siempre de entre tanto lúgubre endurecido corazón te quiero amor mío corazón ojalá siempre quede con vos aquel llanto dulce que sin querer cargué sobre tu espalda una tarde oscura después del primer adiós
que la vejez del cuerpo nos encontraría juntas en algún museo que nuestro departamento iba a estar lleno de gatos y de plantas que habría una institución que albergara mis ansias por las letras que alguna vez aprendería a cantar  que terminaría de ver la película sin quedarme dormida  que siempre te rodearía el perfume de las hojas de albahaca  todas esas  y algunas otras  son las promesas  que nunca podré cumplir  ya que al romper  la regla implícita  la primera  no hubo más risa (pero sí muchas penas) qué suerte saber que recordaste  cómo solías emprender el vuelo ahora que te solté de mis alas rotas sin mí sola
El escosor que me provocaba el contacto con la colcha fría (la ventana abierta, la brisa helada de las cinco de la mañana) no me importaba hasta el momento en que se cerraba la puerta por delante de tu rostro. Los escasos minutos que pasaban hasta que me dormía (la almohada chata y el sonido de algún grupo de chicos que volvía del boliche) me los pasaba pensando en que me hacía bien aquello nuestro y el café sin azúcar que me ibas a servir al mediodía, cuando nos levantáramos. La luz del día se traslucía por las cortinas que coloreaban la habitación y entonces yo me despertaba (el sol en la cara, espanto) todavía cansada. Las muchas cuadras que nos separaban me devolvían a pie a la realidad de mi habitación  con los postigos de la ventana cerrados, y a los almohadones que descansan en el piso ahora que esa mezcla de sensaciones horribles no me quiere dejar respirar.
Pediré disculpas por la incertidumbre. Por el tiempo ausente. Pecaré tal vez, incluso, de falsa humildad. Pero no busco perdones divinos. Sólo añoro ser conocedora otra vez de tu sonrisa más leve a través del espejo del baño. Espero tus ojos no estén tan cansados para advertir el momento en el que completa mi humanidad se enfrente a ellos suplicando de rodillas no ser juzgada. Alegará que ella también ha llorado por no entender. Por no poder ver lo que el corazón resquebrajado no se animaba a entregar. Será casi triste la conformidad mentirosa con la que mi cuerpo se llenará la boca para dar cuenta de una felicidad inexistente. Tus ojos se alzarán sobre un atril de risas o de penas. Pero comprenderán, y ya mi destrozada humanidad descansará tranquila. Pediré entonces disculpas por la incertidumbre. Por el tiempo ausente. Porque no hubo brazos que te cobijaran. Porque ningún dedo corrió el mechón de cabello que molestaba en la frente. Porque será difícil pegar el salto por enc

suspiro

me arrebataste la felicidad del tronar de tus dedos en el que me perdía las noches veraniegas con olor a porro y pizza o a risa de turista ansioso por ver las luces del centro siempre me imaginaba que bailabas arrastrando la punta de tus pies en los anillos del saturno que dibujamos con fibrón rojo sobre una hoja suelta salida de un cuaderno cualquiera una noche hace como tres años de rodillas sobre tu cama hundiendo las manos en la espuma blanda que el mar deja pegada en la orilla todos los días y que se vuela como la yerba del mate amargo que ese día terminó volcado  dentro mi mochila reprobando con la mirada la brasa incandescente del cigarrillo en el que me apoyo a la tarde cuando me golpea la falencia de no sentirte más del otro lado de la ventana azul para reírte de mi chiste o de mi cara  o de la estupidez que ni siquiera rima que te acabo de escribir porque aunque me cueste much
no me gusta (no me gustó nunca) ver tu cara y reconocer la lágrima triste y oculta en tu mirada clara

Paisaje ausente.

Rotundo abrir de los parpados. La habitación a oscuras. El eco de la voz del padre que anuncia que se va. Pisadas próximas a la puerta. La intermitencia de la luz que entra por la hendija. Las palabras que corren saltan descansan entre los renglones superpuestos que decoran tu cabeza. El unir caprichoso de las letras. Un te extraño a conveniencia. Borronear con una risa pícara y estúpida más de trescientas letras para quedarse contento y sentado en la silla con la ciega tranquilidad de que allí ése alguien te había extrañado. ¿Qué pasó con la inteligencia? ¿Y con el sentido común? Quedaron olvidados en aquella cama ajena. Entre las frazadas. Había que irse. Apurar las pisadas. Cerrar el alma con los ojos bien abiertos. Fingir. Fingir como se finge cuando no se quiere herir a nadie. A nadie más. Fingir como se finge cuando el herido es uno. Sí - no - bien - la acción de reír o sonreír - el peinarse de manera nerviosa. Maniobras actuadas meramente por inercia, con idiotez, de fo
Siento tu voz que baila en mi oído izquierdo, y ni siquiera es tu voz: es una burda imitación de la dulzura con la que solías hablarme, recurso de mi mente o de mi alma tratando de engañarme. Disfrazando la ausencia. Soy una tonta . Disfrazando que te extraño o que siempre tuve miedo de que algo así pudiera volver a ocurrir y hoy ocurre. Y me apena creo que tanto como a vos. Desde el fondo de mi corazón y de mis ojos brotan lágrimas todo el tiempo que no hacen más que borronear las imágenes que aún me quedan de un último encuentro en el que dejé mi espíritu cuando se marchó mi cuerpo. Y lloro porque no recuerdo si fue té o café. No recuerdo si abrazo o adiós  que se perdió en el aire. Me quiero convencer de que es mentira. Nunca pasó. Es un sueño. No estoy sola. No faltás. No falto.  No sé. Abro los ojos y la figura que a lo lejos distingo me da asco. Me repugna. Criatura que llora y llora y nunca deja de llorar. Me acerco de a poco. Un metro, dos, siete. Cuerpo sin vida
Hoy me acordé de estar bailando con vos y de acercarnos mirándonos a la cara. Y dar la vuelta más feliz de todas. Porque no estaba sola.

Tu más profunda piel

Cada memoria enamorada guarda sus magdalenas y la mía -sabelo, allí donde estés- es el perfume del tabaco rubio que me devuelve a tu espigada noche, a la ráfaga de tu más profunda piel. No el tabaco que se aspira, el humo que tapiza las gargantas, sino esa vaga equívoca fragancia que deja la pipa, en los dedos y que en algún momento, en algún gesto inadvertido, asciende con su látigo de delicia para encabritar tu recuerdo, la sombra de tu espalda contra el blanco velamen de las sábanas. No me mires desde la ausencia con esa gravedad un poco infantil que hacía de tu rostro una máscara de joven faraón nubio. Creo que siempre estuvo entendido que sólo nos daríamos el placer y las fiestas livianas del alcohol y las calles vacías de la medianoche. De ti tengo más que eso, pero en el recuerdo me vuelves desnuda y volcada, nuestro planeta más preciso fue esa cama donde lentas, imperiosas geografías iban naciendo de nuestros viajes, de tanto desembarco amable o resistido de embajadas con ces

Premisas

Amar lo que se dice. Decir que se ama. Decir sin amar. Amar sin decirlo. Amar diciendo. Aprender a decirlo. Amar aprendiendo. Aprender a amar.

Encuesta al consumidor

¿Invierno o verano? ¿Dulce o salado? ¿Culparse o culpar? ¿Arriba o abajo? ¿Luchás de pie o te quejás de rodillas? ¿Café o té? ¿In god we trust o believe in yourself? ¿Nuevamente niñez o adultez por vez primera? ¿Boca o River? ¿Reír o llorar? ¿Girondo o Galeano? ¿Sabés o ignorás? ¿Trusa o tanga? ¿Negro o blanco? ¿No dormís o madrugás? ¿Nostalgia u olvido? ¿Incipiente abandónica o eterna abandonada?
la espera la ventana vacía la puerta cerrada el desencuentro yo sola en el sillón las lágrimas perdón la risa el saxofón las sábanas manchadas de malbec el blues azul la llegada (la tuya) el jazz mentira el tango la semana el domingo la piel el pelo la saliva el beso el desierto de tu espalda sin muchos lunares las manos tu sexo el tabaco la cama el frío el amor yo sola con vos
pensar que con vos me sentía tan grande tan prematuramente adulta o tal vez simplemente creía que no era la nena que en realidad siempre fui hasta el otro día que me di cuenta de que sí se puede olvidar del día a la noche y que aunque vos ya no te acuerdes yo te voy a seguir queriendo igual
Te escapaste por el margen de la hoja cuadriculada como yo me escapé de tu casa esa mañana en la que tanto llovía. Sabíamos que no volveríamos. Ni vos a esa hoja tan llena de tachaduras y manchas de tinta en la que está escrita mi vida, ni yo a tu habitación de paredes frías. Gracias.  No por irte;  sino por no avisarme  que venías.

Ir

A las tres de la tarde salía el tren que te llevaría al lugar en el que nunca antes querrías haber estado. Un lugar parecido al que yo conocía bien, y decidí abandonar a pie. Cuántas veces había estado yo buscándote en las ventanillas en las que sólo encontré niños riéndose junto a madres que querían callarlos, matrimonios tan viejos que parecían de papel de calcar, hombres sin equipaje; y sin embargo no te había encontrado. Esperaba verte con algún libro en la mano y la sorpresa de advertirme entre la multitud que esperaba ansiosa en el andén. Y vos no subías. Dabas vueltas y te escondías tras las columnas de la estación. Parecía que jugabas a las escondidas. El domingo me desperté sabiendo que te encontraría. Corrí mucho y llegué con cinco minutos de sobra para verte subir al segundo vagón antes de que el tren, por fin, partiera. Y subiste. Te acomodaste en tu butaca y cerraste los ojos justo cuando agité la mano para despedirme de vos. No me viste. El tren salió y vos no vol
quiero que me arrastres  hasta tu calle hasta tu casa hasta tu colchón quiero abrir tu puerta a oscuras chocarme contra los muebles que te despiertes de mal humor que aceptes de buena gana (como siempre) mi perdón quiero que me cortes en veintiún pedazos con el filo de tus labios y que me arregles con hilo y aguja y un botón

Nostalgias

"Pienso que hay cosas que, por mucho amor o confianza que uno pueda llegar a sentir por el otro, no se dicen nunca. Y a mí hoy me parece una pena confesarme que podría haberte dicho que tenía mucho miedo de volver a sentirme tan sola, porque pienso que por amor, o más probablemente por lástima, hubieras permanecido junto a mí algún tiempo más. Imágenes mentirosas de la esquina de tu casa a las ocho de la noche. Un cigarrillo o dos. Las luces de los autos que pasaban rápido por la avenida. Tengo la certeza de que nunca más voy a poder sostenerte la mirada sin llorar lágrimas de hielo o de bronca o de tristeza, y es eso lo que me hace sentir tan mal. Espero que puedas entender... o espero yo poder entender sos vos quien se va. Que estoy como al principio; y que después de un par de meses ya no me voy a sentir tan mal, porque alguien (quizás yo misma) me consolará." A Guadalupe le temblaron las piernas cuando encontró el papelito rosa tan prolijamente doblado en el bols
Qué triste que te hayas alejado, que fueras olvidándome mientras caminabas arrastrando la planta de tus pies tan pálidos por el pasto colorado. Que las espinas de los rosales te hayan rasgado el vestido y que a vos no te preocupara. Que no hayas mirado atrás. Que no me hayas mirado atrás, aún sabiéndome tan cerca y tan lejos, tratando de ignorar que observaba tu caminar pausado entre las plantas que abrían camino a tu paso. Sé que te caíste. Que tropezaste con alguna raíz de roble o de sauce o de cedro, y que te mirabas con desesperación las rodillas ensangrentadas hasta que un alma encerrada en el cuerpo de una mujer llegó para tomarte de la mano y ayudar a que te irguieras. Alguien más te ayudó a llegar al río y pudiste borrar toda la sangre de tus piernas con el agua cristalina que corría entre las rocas. Al llegar la noche yo ya no existía. Y aunque no existiera, recuerdo haber soñado con los pájaros y las flores que, después supe, guiaron tu camino hacia la cima de aquel monte

Acerca de la muerte

A vos, que me observás mientras escribo estas pobres líneas, y digo pobres como podría decir vagas, pero vos me estás mirando y yo lo sé porque puedo sentir tus ojos clavados en mi nuca o tal vez en el cuello de esa remera verde y tuya que un día elegí como mi piyama. Y al girar la cabeza veo cómo terminás de otra vez bajar las persianas de tu mirada color miel para seguir durmiendo, porque qué tan loca se puede estar para despertarse de sopetón un martes a quién sabe qué hora de la madrugada, buscar apenas con la punta de los dedos este anotador con pocas hojas sin usar y una birome a la que algún día se le perdió la tapa, y ponerse a escribir sabrá Dios qué cosas. Y Dios no sabe pero quiero que vos sí sepas, mañana cuando te despiertes y otra vez yo no esté al lado tuyo en la cama tibia que poco a poco se irá enfriando, obligándote a mejor levantarte y vestirte, porque el aroma del café que empecé a preparar hace tres minutos te dirá que ahí estoy para contarte que anoche soñé que
Se despertó esa mañana, como siempre, con el alarma del reloj naranja que su tía Susana le había regalado para su cumpleaños número once porque "ya estás grandecito para que te siga despertando tu mamá". Grandecito para que lo despertara su mamá pero no para que lo dejaran caminar solo hasta la escuela, que le quedaba a cinco cuadras. Cuando cumplió trece, finalmente, lo dejaron. Esa mañana estaba preocupado porque tenía examen de matemáticas y "si yo no entiendo un cuerno de múltiplos ni de divisores ni de nada" . Pero no podía faltar porque si se enteraba la vieja... pero la vieja no se enteró porque ese día caminó derechito para la escuela y antes de que tocara el timbre de entrada salió corriendo para la plaza. En el camino se chocó con Rocío. Ella tenía quince años y cuando eran más chicos jugaban juntos porque ella vivía a dos casas de la suya. Ninguno de los dos entró a la escuela esa mañana. - Yo siempre me escapo porque mis papás no saben, ellos trab
imaginé un sueño todo de color rojo vos estabas tirada a orillas del mar y yo caminaba casi en puntas de pie porque soy de lo peor casi en puntas de pie creyendo que no me iba a llenar las uñas la piel el pelo de arena casi en puntas de pie siendo yo un grano de arena en kilómetros de esa playa de sueño rojo en kilómetros de ese sueño de playa roja y gritabas gracias y vení, tonta y yo tonta, iba paralelas acostadas frente a la marea y el pelo enredado y el agua tan fría la ola que era ya un hilito de ola llegando a la orilla a mi orilla tocando primero mis talones hundidos en la arena húmeda haciendo que nazca a un escalofrío que subía desde las pantorrillas hasta la nuca después el agua salada en las orejas y a vos que esas cosas siempre te alegran tanto y sos tan feliz cuando el viento te corta la cara y el agua helada te pega la ropa al cuerpo porque qué te importa el resfrío si te reíste los diez minutos que soportaste el agua congelada que entumec
¿Sabías que hoy llegué a casa empapada? empezó a llover y el colectivo que me trajo a casa, más que a un colectivo, se parecía a una lancha llena de gente buena. Porque la lluvia vuelve más solidaria a la gente, ¿no te parece? todos se quieren ayudar a escapar. Lo que pasa es que no se dan cuenta de que es agua. Y, ¿para qué escaparse? si el agua total se seca. Por eso las lavandas que había puesto en una botellita de vidrio se pusieron marrones. Como achicharradas. No sabés qué feo. Y el agua fluye. Entre las piedras, por el arroyo. Y los nenes están tan contentos y juegan y se dejan llevar un par de metros por la corriente. Entre tus pestañas . Atravesando los surcos de tus pómulos y queriendo llegar a tu cuello. Pero, presurosos, aparecen mis dedos y el agua ya no corre más. Y el agua se evapora. Como me pasó ayer. Dejé la pava calentándose como dos horas y minga que así iba a poder tomar un té. Como me pasó el jueves, que me empañabas los pulmones con el vapor más dulce de tu ú

Anochecer

Me preocupa un poco no ver todavía aquel circulito verde junto a tu nombre. Es algo tarde. Ojalá no hayas perdido el colectivo. Mirá cómo llueve. Voy a esperar quince minutos más y después te llamo así duermo tranquila. Esta noche los simpsons no me dan risa. Esta noche el gato no quiere comer. Esta noche hace más frío del que puedo soportar afuera de la cama. Dale, aparecé. Decime que te quedaste dormido y que por eso no pudiste hablarme. Qué enfermiza. Julio Florencio está sentadito sobre el televisor y observa el llama ángeles de caracoles de mar. Lo llamo y mueve la cola. Maúlla. Golpean la puerta. Vos. Ay lindo, estás todo mojado, ¿por qué no entrás? es tan tarde. Dale, sacate esa ropa que chorrea y dejame que te cuide. Ya sé, te peleaste con tus viejos, mi amor. Te preparo un té y vos bañate con el agua bien caliente que no quiero que te enfermes. Cuando te quedes dormido te voy a mirar un ratito hasta dormirme yo también. Te queda tan lindo el pelito así. Una lástim