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Mostrando entradas de julio, 2014

Laura va

14 de julio Curioso que no me importe que llueva a cántaros cuando dejé las ventanas abiertas de par en par. Creo que fue intencional. Tenía ganas de preocuparme por algo al llegar a casa. Más que ganas, tal vez la necesidad de llegar y ver las cortinas chorreando, los papeles inteligibles, el piso inundado. Ahora me arrepentí. Un Cortázar oficiaba de pisapapeles sobre la mesa que ahora debe ser lago. Aún no llegué, pero ya lo estoy lamentando. noche No tuve que preocuparme por el libro, ni por el piso, ni por las cortinas o los papeles. Violeta, la chica de la casa de al lado, justo pasaba por mi ventana abierta cuando empezó a lloviznar, y decidió cerrármela para "evitarme un disgusto". A lo mejor yo hubiera querido que el libro (vale aclarar, Un tal Lucas) se empapara y las hojas se rompieran cuando las pasara. Tal vez quería ponerme a llorar mientras esa garúa molesta, que moja sin mojar, me inundaba la habitación, el cuerpo, los ojos; porque el libro se había
violencia sería que miraras a cualquier otra persona de la forma en la que sé que me mirás a mí cuando estoy de espaldas, buscando un encendedor en la mochila y no lo encuentro, prestame el tuyo violencia que un día te dijera que te quiero y no me respondieras nada violencia mentir violencia la incertidumbre, el miedo, el desamor violencia que yo esté escribiendo suposiciones casi a las tres de la mañana porque me levanté de golpe de la cama con una sensación inexplicable, queriendo encontrarte en el sillón de mi casa