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Mostrando entradas de marzo, 2015
imaginé un sueño todo de color rojo vos estabas tirada a orillas del mar y yo caminaba casi en puntas de pie porque soy de lo peor casi en puntas de pie creyendo que no me iba a llenar las uñas la piel el pelo de arena casi en puntas de pie siendo yo un grano de arena en kilómetros de esa playa de sueño rojo en kilómetros de ese sueño de playa roja y gritabas gracias y vení, tonta y yo tonta, iba paralelas acostadas frente a la marea y el pelo enredado y el agua tan fría la ola que era ya un hilito de ola llegando a la orilla a mi orilla tocando primero mis talones hundidos en la arena húmeda haciendo que nazca a un escalofrío que subía desde las pantorrillas hasta la nuca después el agua salada en las orejas y a vos que esas cosas siempre te alegran tanto y sos tan feliz cuando el viento te corta la cara y el agua helada te pega la ropa al cuerpo porque qué te importa el resfrío si te reíste los diez minutos que soportaste el agua congelada que entumec
¿Sabías que hoy llegué a casa empapada? empezó a llover y el colectivo que me trajo a casa, más que a un colectivo, se parecía a una lancha llena de gente buena. Porque la lluvia vuelve más solidaria a la gente, ¿no te parece? todos se quieren ayudar a escapar. Lo que pasa es que no se dan cuenta de que es agua. Y, ¿para qué escaparse? si el agua total se seca. Por eso las lavandas que había puesto en una botellita de vidrio se pusieron marrones. Como achicharradas. No sabés qué feo. Y el agua fluye. Entre las piedras, por el arroyo. Y los nenes están tan contentos y juegan y se dejan llevar un par de metros por la corriente. Entre tus pestañas . Atravesando los surcos de tus pómulos y queriendo llegar a tu cuello. Pero, presurosos, aparecen mis dedos y el agua ya no corre más. Y el agua se evapora. Como me pasó ayer. Dejé la pava calentándose como dos horas y minga que así iba a poder tomar un té. Como me pasó el jueves, que me empañabas los pulmones con el vapor más dulce de tu ú